La nave flota en el vacío, silenciosa, rodeada por la inmensidad infinita. En la sala de mando, cubierta de cristales opacos y paneles antiguos, una estructura se alza en el centro: un monolito mecánico, cilíndrico, apuntando al firmamento.
No es solo un telescopio. Es el Vigía Estelar, un artefacto forjado
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